Breve reflexión acerca de la invisibilización del aporte femenino en la ciencia y la historia

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Al momento de estudiar, puede decirse que resulta fácil hablar de logros o avances en la historia, mas no resulta igual el hecho de dar crédito o referir a los autores o creadores. Por ejemplo, y sin ir más lejos, tenemos la figura de personas que han aportado con logros en distintos campos de estudio, como literatura, arte o ciencias en general. Sin embargo, aspectos -a veces irrelevantes- de sus vidas personales les ha significado, en algunos casos, quedar exentos del reconocimiento que les correspondió en primer lugar. Con este comentario no se trata de revalidar ideas, vengan de quien vengan, sino más bien establecer las diferencias existentes entre analizar la historia... Y borrar ciertas partes de ella.

Hoy en día, no resulta difícil discutir ideas contrarias en una mesa, pero en la Grecia antigua esta discusión no era tan obvia. Safo de Lesbos, quien fuera una de las más reconocidas poetas de aquella época, no alcanzó a ver cómo su obra se perdía casi por completo en el tiempo. En parte, debido a las temáticas sexuales que abordaba y a menudo se le censuraban; y en otra, debido simplemente a su condición de mujer, que no le permitió ejercer la enseñanza más allá de las labores domésticas.

Otro caso destacado, que ha pasado a la historia como una de los más ruines e infames crímenes perpetrados contra una célebre mujer de ciencia, es el de Hipatia de Alejandría. Otrora filósofa, matemática y astrónoma, cuyos vastos logros no lograron convivir con la visión sesgada de la época, producto de las diferencias políticas, culturales y, muy especialmente religiosas, impuestas por la sociedad patriarcal y la iglesia imperante en la época. Esto último, que podría interpretarse como propaganda contingente, no es realmente el caso, debido a que, al desollamiento con que fue condenada (práctica común de castigo en aquella época), se sumaba la lapidación o apedreamiento, destinado casi de forma particular a las mujeres por parte un claro grupo masculino dominante, hacia un sector con casi nula representatividad política, cultural e ideológica.

Avanzando un par de escaños en la historia, tenemos logros fundamentales en los estudios de las ciencias. Un nombre que surge a partir de lo anterior es el de la austríaca Lise Meitner, cuyos aportes lideraron los estudios en materia de fisión nuclear hasta mediados del siglo XX. Ante esto, sonaría casi lógico que los galardones se otorgasen a las personas merecedoras. Sin embargo, el suyo es un nombre que fue totalmente eclipsado de la historia, al menos en dicha época en que sus compañeros varones se llevaron el crédito durante la entrega de los Premios Nobel en 1944. Este episodio es escenario de disputas históricas que refieren esta omisión al hecho de que Meitner fuese judía (en contexto de Segunda Guerra Mundial), no obstante, es importante reconocer que aspectos tales como el sexo en sí mismo pudieron haber poseído injerencia en este tipo de decisiones. Sin ir más lejos, a Meitner nunca se le habría otorgado el ingreso a las universidades alemanas de no ser por la injerencia de su profesor y mentor, el físico Max Planck.

Dentro del mismo campo de las ciencias, aunque en el área de la biología, uno de los descubrimientos más reconocidos -sobre todo por su carácter contemporáneo- corresponde a la evidenciación de la estructura del ADN, que fuera obtenida en la mítica fotografía 51 por Rosalind Franklin y su alumno Raymond Gosling.

Durante la lectura en que este descubrimiento se dio a conocer, estuvo presente uno de los científicos que posteriormente formó parte del proyecto, James Watson, quien pasaría a la historia junto a su compañero Francis Crick por corroborar los datos que Franklin presentó anteriormente. Cabe destacar que el Nobel por dicho descubrimiento no tuvo mención la investigadora, sino al dúo anterior mencionado, pese a que su trabajo fue la columna vertebral de todo el estudio posterior.

En el presente, asimismo como ocurre con el caso de Lise Meitner, es debatible la influencia del género en la forma en que se otorgaron este tipo de reconocimientos. No obstante, el propio Watson ha disipado estas dudas recientemente de acuerdo a sus propios y escritos, en los que describe a Rosalind en términos completamente inadecuados y superficiales al afirmar que "[...] siendo una mujer que no carecía de atractivo, podría haber resultado muy guapa si hubiera mostrado el menor interés por vestir bien". Esto puede no explicar las razones que la dejaran fuera del Nobel, pero sí da cuenta de la escasa mención que se le hizo como investigadora, además de la menospreciación hacia su persona, en base a atributos físicos y en desmedro de su inteligencia.

En otro contexto, dentro del mundo de la literatura, existen también casos donde los aportes se han desvirtuado por aspectos superfluos que escapan por completo a las obras. Por ejemplo, el célebre George Eliot, escritor británico de la época victoriana, reconoció que su obra nunca se hubiera dado a conocer si hubiera revelado su verdadera identidad: Mary Ann Evans. De la misma forma, y por razones idénticas, se puede plantear el caso de Currer, Ellis & Acton Bell, quienes fueran en realidad las talentosas escritoras y hermanas Charlotte, Emily & Anne Brontë, respectivamente.

En definitiva, se debe destacar que el motivo de esta revisión, además de nombrar casos célebres en que se borró de la historia a varias de sus protagonistas femeninas, se basa en la idea que, a pesar de que los motivos estén sujetos a discusión, sí existen espacios que sistemáticamente se han negado a las mujeres en desmedro de sus logros, por no mencionar aquellos sujetos a instituciones o roles sociales que pueden vislumbrarse en la actualidad. En tal sentido, se establecen las convenciones que han llevado a encasillar a la mujer a determinados rubros u oficios, como podría ser el caso de las dueñas de casa o las docentes parvularias. Ante esto, y si aún se persigue el anhelo del avance social, se insta enérgicamente a superar las barreras que hemos cimentado de forma negativa, partiendo por una educación desligada de la asignación roles de género convencionales, y valorando a las personas en sí mismas por el solo hecho de serlas, en una visión abarcadora que trascienda a los logros sociales o científicos, la cultura, o la simple forma de vestir.

Jacqueline Toro Valenzuela
Estudiante de Pedagogía en Ciencias con mención en Química
Universidad Católica del Maule
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Centro de Estudios Avanzados, San Fernando.

Álvaro Farías Fuenzalida
Estudiante de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación
Universidad Católica del Maule
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Centro de Estudios Avanzados, San Fernando.

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