El peligro de Olvidar

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Cuando la incertidumbre por el futuro es la sensación que más horas nos consume del día, muchas veces tratamos de mirar atrás intentando buscar en el pasado una tabla que nos permita seguir a flote y no hundirnos en el vacío. Rendirse.
No es extraño que la cultura y el arte tengan esa misma sensación actualmente. La crisis de identidad que azota a Chile desde hace décadas es producto de un sistema que funciona perfectamente como una máquina de deculturación.

El único objetivo de este proceso, es eliminar la cultura del pueblo que va a ser explotado. De hecho, la destrucción de la cultura es una condición necesaria para el territorio conquistado. No hay nada más fácil de moldear que un pueblo sin memoria.
La intervención urbana "Serigrafía sobre abandono" de la artista plástica Victoria Moya realizada durante el fin de semana pasado en el contexto del Día del Patrimonio invita a reflexionar sobre el estado actual de lugares y edificios icónicos de la ciudad de San Fernando y cómo año tras año los habitantes de la ciudad son testigos del deplorable estado de abandono en el que muchos se encuentran.

Mediante la creación de matrices del abecedario y con la técnica de la serigrafía sobre papel, se intervinieron con mensajes claros y directos en Casa fundacional Museo Lincurlauta, la Cárcel San Fernando, la Iglesia San Francisco, la Capilla Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, Liceo Neandro Shilling y la última zona empedrada ubicada en tres montes c/ Rancagua apelando a que la gente sea consciente de que más allá de reivindicar una técnica artística, lo que se busca es no dejar que el paso del tiempo sea sinónimo de abandono y que el patrimonio, entendido como algo susceptible de estimación económica o simbólica en su significado más primario, tenga justamente ese valor simbólico que nos permita conectar con esa identidad de pertenecer a un lugar determinado en un universo indeterminado.

En este sentido, es muy valioso que los nuevos artistas comiencen a poner en valor los debates que la institucionalidad cultural no sabe (supo) posicionar, la burocracia no quiere dejar avanzar y la política con su centralismo transversal no sabe cómo dejar de mirarse el ombligo.

Llegados a este panorama donde la cultura debe hacerse cargo de cuestiones que la gobernanza no ha sabido o querido solucionar, cobra sentido que la función de un artista no sea un regalo sino una obligación.

La fecha de la celebración del día del Patrimonio no es una fiesta, menos en este contexto de pandemia y con una crisis social en pause. Pero tampoco puede pasar desapercibida, porque qué peligroso es normalizar el olvido de nuestro pasado, en tiempos donde todos los guiones del futuro están sobre la mesa.

César Olivares Palma, Historiador del arte.

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