Cuando a Marco Antonio Acevedo le dijeron que su hijo Kevin tenía una grave enfermedad, sintió que el mundo se detenía. “Fue muy duro, muy doloroso. Uno nunca está preparado para algo así, se te pasan mil cosas por la cabeza”, comenta. Lo que vino después fue una decisión que cambió su vida: dejarlo todo para estar junto a su hijo.
Habitante de la Quinta de Tilcoco, en la Región de O’Higgins, donde compartía casa con su pareja y sus dos hijos, tuvo un cambio radical cuando uno de ellos fue diagnosticado de cáncer, momento en que Marco tomó sus cosas, dejó su trabajo y viajó a Santiago.
“No conocíamos a nadie, fue un cambio brusco, muy difícil. Tuvimos que separarnos de nuestra hija, dejar nuestra casa. Todo por estar con él”.
Hoy, Marco y su pareja viven en la Casa de Acogida de Fundación Nuestros Hijos, acompañando día a día a Kevin en su tratamiento. Duermen poco, se turnan para estar con él, y aún así, cada jornada es una batalla. “Hay días difíciles, pero mi hijo nos da la fuerza, él quiere seguir viviendo y eso nos empuja a seguir”.
De todo este proceso, dice que ha recibido una lección que nunca olvidará: “Mi hijo me ha enseñado lo valiente que es, me ha hecho más fuerte como papá y como persona, es un niño increíble. Lo que más me gusta de esta experiencia, a pesar del dolor, es que me ha unido más a él”.
En este Día del Padre, Marco no pide regalos ni celebraciones. Solo tiene un deseo: salud para su hijo. “Yo daría mi vida porque Kevin estuviera bien. Y si tengo que dormir en la calle o en un pasillo, lo haría. Porque mi hijo y mi familia lo son todo”.
Y deja un mensaje para otros padres: “Cuando uno tiene un hijo enfermo, lo único que importa es estar. Ojalá todos los niños pudieran contar con su papá y su mamá en este proceso. Juntos, se puede hacer frente de mejor manera”.
Para más información sobre Fundación Nuestros Hijos y su Casa de Acogida, visitar su página web www.fnh.cl
